lunes, 16 de marzo de 2009

Vacío

Y de repente me entran ganas de llorar, es como una mano que me oprime la garganta y una pesa de veinte kilos que se estanca en mi pecho. Entonces los recuerdos de lo que nunca ocurrió vienen volando desde algún baúl que permanecía cerrado, lo abrieron los duendes de la curiosidad. Porque lo que nunca ocurre a veces duele más que lo vivido.
Y me veo sentada en el suelo con un niño de año y medio que me llama mamá, le sonrío al ver que tiene mi nariz y él me devuelve la sonrisa. Sé cómo se llama, pero no puedo pronunciar su nombre o seguramente dejaría de existir, se lo digo bajito al oído y él me agarra del cuello. Se levanta y camina torpe hacia una nube que duerme en un sillón, niño de nadie…

viernes, 13 de marzo de 2009

Tiempos

Tírame de la tregua
que la lengua se mueve sola,
sabe danzar en distintas posiciones
y a veces acuchilla,
o quema,
o moja.

Me puedo sentir vulnerable
sobre todo los días de lluvia,
es cuando me miro al espejo
y me veo de nuevo colegiala,
una coleta a cada lado
la falda por encima de las rodillas
y el estuche llenito de lapiceros de colores
para pintar el mundo de cualquier color,
el que sea,
pero distinto al gris;

porque no soy de medias tintas
ni de verdades a medias,
ni de medias tras los tacones,
caminar descalza siempre…

jueves, 12 de marzo de 2009

Ultima

Se retuerce la espiral
justo ahora
cuando el subsuelo ya era suelo
y pensaba que más abajo solo quedaba abismo,
se abre la trampilla
y reapareces con frases de gelatina de menta
queriendo refrescarme el corazón
y solo consigues helarme la garganta, que me lloren los ojos.

La negación es solo un punto y seguido
mientras espero dormida en el renglón de abajo
para que todo esto pase,
sin querer ver que yo poseo la pluma,
que es tan sencillo como clavártela en la boca
y verte sangrar una vez más,
la última.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Tiritera de Marzo

Abro el contenedor de los suspiros
y tirito sin el frio de los Eneros
Porque ya estamos en Marzo y me da miedo.

El valor duerme debajo de las uñas
y aun no sé cómo despertarle
ni el agua caliente lo ablanda
y yo me siento cada vez más dura,
cada vez más muda
y menos entendible,
como si mi vocabulario fuese el simple balbuceo de un infante,
de una niña estéril de palabra
que teme soltarse de una mano adulta
y echarse a andar.

Tengo miedo de contar las noches
y que no me abarquen los dedos de las manos,
miedo a respirar tan fuerte
que se rompan los poemas
y se forme una avalancha de versos sobre mí,
a querer decir y que nadie entienda,
a querer entender y no saber cómo
ni por qué.

Cierro el contenedor de los suspiros
y me vuelvo a sentir vacía de aire
y llena de algo que todavía no se explicar…
pronto llegará Abril.

Llega

Llega el tiempo de la noche,
de la oscuridad en el cielo de la boca,
de las palabras que agonizan.

Llega el tiempo de vela para la discordia
para la guerra de silencios que se clavan,
de la mudanza de penas del escaparate al armario.

Es momento de sacrificio tras la metástasis,
llegando el cáncer al corazón
ya solo queda extirparlo
y verlo quemar junto al incienso,
después inhalar lo poquito que pueda quedar en él
y llenarse de su toxicidad para que nunca más duela.

Llega,
antes de que amanezca tantas veces
que los ojos se queden traspuestos
y ya no sepamos dónde queremos mirar
o dónde mirábamos al sonreír.

Llegará
Justo antes de que todo acabe.

jueves, 5 de marzo de 2009

Zero

Puedes agachar la cabeza
y mirar por encima de mi hombro
sin encontrar mérito alguno a ese acto,
sigo teniendo las piernas más cortas del calendario
pero correré lejos
a donde no me alcancen tus rosas.
Seis de marzo
y seguimos agonizando,
respirando el oxigeno contaminado de tu burbuja,
rechinan mis ideas como dientes hambrientos de sangre,
de la mía,
veo mi cabeza rodar por el suelo
mientras la gente sonríe y me señala,
la duda no es un beneficio
sino una condena a corto plazo,
y prefiero el peso de la culpa
a tener tu cuerpo desnudo sobre mí
mirando al frente mientras me penetra
mientras martiriza mis negativas,
hombre sordo o mujer muda…

Dos

A ti
que has cuidado las flores de mi tristeza
y las hiciste sonreír
sin miedo a marchitarte,
que te bebiste mis silencios
y dejaste que te hablase con las palmas de las manos.
Nos hablamos, callamos,
y no existieron los vacíos.
Se restaron los kilómetros
y los reconstruimos con pedazos de piel,
sentí que me sentías,
pelearon las bocas por buscar un hueco donde dormir
o donde morirse en plena batalla,
y morimos para después renacer en un enredo de brazos.

Una

Y es ahora, en momentos de soledad cuando una echa de menos los abrazos y no importa dónde, solo importa que sean tan fuertes que la respiración se corte.
No tengo miedo, tal vez deba, pero el miedo se cobra el precio de la ilusión y ese coste es demasiado caro. Quiero seguir sonriendo aunque sea con nubes como base, aunque todo sea tan efímero que no se pueda palpar. De todos modos ¿qué es el futuro sino un desconcierto continuo. Solo nos queda el ahora, tangible, palpable, con esa atemporalidad, ya sabes, con esas cosas llamadas inciertas.
Con el alcohol y el vacío, con el teléfono sobre la cama y la cara mojada por el llanto. Dicen que se llama GEN, lo digo yo, lo creé y ahora se vuelve en mi contra cada vez que respiro. Y es uno de esos días en los que no me importaría dormirme para siempre, estoy sola, sola en mi cuarto, en la vida, y no entienden el por qué, siquiera el por qué de mis porqués y yo explico que no existen, que no hay comprensión alguna, solo una alteración genética, absurda, con efectos secundarios; que cada vez que bebo me transformo en océano de sal y pierdo el norte marchándome más allá de lo palpable.
Sigo soñando y eso es lo único que queda, un borrón y cuenta nueva con cada amanecer, aun sin saber que los pasados son cicatrices que duelen.
Delirios de alcohol…quiero llamarte, pero… mañana será otro día.