lunes, 31 de agosto de 2009

Pedazos de tiempos


Hay trocitos de todo esparcidos por el suelo
como si un vendaval
acompañado de una lluvia de cuchillas de acero
hubiese decidido caer aquí mismo, sin previo aviso.

Restos de ayer mezclados con ideas de mañana
reptan por el suelo
e intentan treparme más arriba de los tobillos,
un coctail de miedos y derrotas nublan la visión
se aferran a mis zapatos y hacen del asfalto arenas movedizas.

Gritar es imposible,
olvidé cómo se pronuncian las palabras de auxilio,
el llanto es una epopeya que incluso a mí me aburre,
solo queda esperar desnuda en la cama
a que la luna venga y me abrace
que me cuente despacito que es verdad
que en su cara oculta existe ese lugar donde nacen las luciernagas;

que aparezca, se cuele por la ventana
y me diga que no hay nada que temer,
que la magia dejaría de ser mágia si todo fuese real,
que los genios no solo existen en las lámparas
y que los sueños….
solo son imposibles cuando dejas de creer en ellos.

viernes, 14 de agosto de 2009

Yo Beatriz



- Me llamo Beatriz y tengo veintisiete años. He venido porque mi psicoanalista me recomendó las terapias del doctor Martínez. Tengo un problema, o eso dicen, pero en realidad no creo que sea tan grave. Todo comenzó el día que me regalaron un diccionario de rimas, la verdad es que no sabía de su existencia y de haberlo sabido tampoco me hubiese interesado por ello, pues aunque aficionada a la poesía siempre fui en contra de todo tipo de reglas. Lo abrí por curiosidad y comencé a reírme de lo inútil de aquel artilugio, comencé a leer las palabras en voz alta y era como escuchar un rap infantil. Le cogí el gustillo a eso de reírme de las rimas y al final me obsesioné con ello de tal modo que cada vez que hablaba con alguien y en las terminaciones de sus frases había una palabra con rima fácil mi mente buscaba la palabra exacta. Al principio eran cosas inocentes, rimaba bata con gata, montaña con araña, sota con rota y cosas por el estilo. Después comencé a rimar mi nombre, Beatriz rima con muchas cosas, pero la que mas me gustaba era meretriz y cada vez que mi madre me llamaba compulsivamente salía esa palabra, después no solo respondía a la voz de mi madre, sino a la del resto de la gente que me nombraba. No creo que sea un problema, pero bueno, aquí estoy al menos para pasar un rato.
- Bueno Beatriz, nos alegra tenerte aquí. El reconocimiento de un problema es el comienzo de la cura. Con paciencia y voluntad podremos corregir esa desviación en tu comportamiento. Ahora le daremos la bienvenida a otra persona que es nueva también. Cuando quieras.
- Hola, me llamo Laura y tengo treinta y dos años. Actualmente vivo en Madrid en casa de mis padres, pero soy de Logroño.
- Coño.
- ¿Perdona?- miraba el doctor Martínez por encima de las gafas con mirada de censura.
- Nada nada, no dije nada. Continúa.
- Bueno pues como venia diciendo, antes vivía en Logroño con mi marido, pero se separó de mí porque no soportaba mi obsesión por la limpieza.
- Pues no le veo la lógica, una separación por un problema tan simple, no se, no logro comprender el concepto.
- Inepto.
- ¿Decías algo Beatriz?
- No, nada.
- El caso es que me di cuenta de mi problema un día mientras fregaba los platos, tenía
cogido el estropajo con muchas ganas hasta que me di cuenta que me sangraban los dedos de frotar con tanta fuerza el fondo de la olla.
- Polla.
- ¡Pero Beatriz!
- Meretriz. Es que no lo puedo evitar.
- Continua por favor Laura.
- Después me empezó a ocurrir con la verdura y la fruta.
- Puta
- Me daba la sensación de que por mas que las lavase siempre les quedaba tierra.
- Perra.
- ¡Pero Beatriz!
- Meretriz. Lo siento, lo siento de veras.
- Sigo?- preguntó Laura con timidez.
- Si por favor, no se lo tomes en cuenta.
- Gracias. Con la ropa me ocurría lo mismo, la lavaba unas siete veces seguidas así que nos duraban poquísimo las prendas. La gota que colmó el vaso de la paciencia de mi marido fue verme meter en lejía su gorra.
- Zorra.
- Pero vamos a ver, no puedes atacar así a mi paciente.
- Doctor, le juro que no lo hago adrede, sino ¿qué cree que estoy haciendo aquí? ¿no me dijo usted que me iba a curar? Vaya una mierda de terapia. ¿Sabe qué le digo? Que se meta esta pantomima por el …
- Si lo dejas ahora todo el proceso, todo el tratamiento habrá sido nulo.
- …culo!

miércoles, 12 de agosto de 2009

Sopla, que me quemo


Ya sé
que para resurgir de las cenizas
primero habría de arder,
desaparecer tras una llamarada
y poco a poco florecer con las lluvias;


Y encontré
que la mejor muerte,
la que me lleva más ardua hacia el fuego,
se encuentra entre tus piernas,
en la saliva que derramas en mi boca;


Que la fricción más candente
existe en los milímetros que suman tus manos
mientras pasean por mi piel
y yo me dejo mecer bajo los vaivenes de tu cuerpo,
estremecida
aferrada a las sabanas que amenazan con asfixiar la noche.

domingo, 2 de agosto de 2009

Hasta pronto

Lo más curioso de mis partidas es que sé que voy a volver, la incertidumbre reside en cómo estará todo a mi regreso. Mentiría si dijese que no tengo miedo, tengo un pánico terrible revolcándose en el pecho que de vez en cuando me pellizca el estómago. A veces el mejor modo de hacer las cosas es justo el contrario de como lo haría la gente que tengo alrededor y eso es como caminar sobre una pasarela de madera suspendida por unas cuantas cuerdas, se tambalea produciendo vértigo y miedo a caer al vacío, pero si no lo hago nunca sabré qué hay al otro lado, porque de momento sé qué hay en este y no me gusta nada.
Lo peor de algunas despedidas es que son para siempre y siento que la mía lo es, no para contigo, pues seguiré por aquí dando la lata.
Es la primera vez que salgo de detrás de mis letras para mostrarme tal y como soy, sin personajes ficticios de por medio, sin prosas ni versos. Digamos que soy una cobardica y que prefiero meter cachitos de mí en pieles ajenas, es mucho más fácil capear la realidad de este modo, jugando al despiste. Quien me medio conoce (porque conocerme entera es algo que no he conseguido ni yo misma) sabe que soy un poco caótica, que estar cerca de mí es como observar una montaña rusa un sábado de feria.
Hoy necesitaba hablarte, contarte que mañana me marcho de aquí para intentar encontrar… ¿la felicidad? No sé, creo que la felicidad no es algo que se encuentra metido en una caja envuelta en papel de regalo, lo cierto es que la felicidad se encuentra en cachitos pequeños esparcidos por ahí, mi última felicidad y una de las más grandes la encontré junto a unas casitas de playa, pero eso es algo que me guardo. Hay felicidades de muchas clases, como las casualidades.
Lo cierto es que no sé que quiero encontrar, a mí misma supongo, hace tiempo que me perdí. Es fácil perderse cuando te das cuenta de que te puedes vender a cambio de una mierda, de que quien te tiene que querer te quiere de una manera que hace que dejes de quererte, aunque él no se dé cuenta y después de tanto tiempo siga pensando que nadie te amará de ese modo. Es fácil perderse cuando en un momento dado sentiste que la vida no valía la pena y que si no fuese por esas dos o tres personas que te quieren con el alma sería absurdo continuar para seguir sintiéndose un trapo con el que limpiarse la fatiga.
Mañana a estas horas tal vez esté llorando sola, en la cama de una habitación de hotel o puede que sonría mientras miro la luna reflejada en el mar de una playa del este, de lo más al este que nunca he estado, mientras pienso en ti, aunque si pienso mucho en ti quizá también llore por no tenerte a mi lado. El no saber no me da miedo, me gusta mirar a delante y ver que tengo un camino por andar y que todavía no hay marcas en el suelo.
Solo quería darte las gracias por este tiempo que has estado conmigo, leyéndome, emocionándote, hablándome en cada mensaje, quizá decepcionándote, aburriéndote, por el momento hasta aquí llega uno de los capítulos de mi vida, espero que a partir de ahora todo sea un poquito más fácil y si por lo menos no puede serlo, que siga siendo emocionante.

Gracias por estar tan cerca, volveré pronto (sin promesas).