jueves, 21 de octubre de 2010

Siberia en el salón


Ya te lo dije, “enamorarse de una poeta es tarea difícil”,
pero te empeñaste en quererme con las cinco vocales,
decías que nada te asustaba tanto como perderme.

Y ahora ya sabes tantas cosas de mí
que soy yo la que teme perderse de tu lado.

Porque te creo tanto que solo me veo guapa si eres tú quien lo dice.

Pronto tendremos Siberia instalada en el salón,
otra vez a llenar el sofá de mantas y los cuellos de bufandas,
otra vez a buscar entre las telas huecos donde besar,
cuellos donde morder,
porque alguna vez en otra vida tú y yo fuimos vampiros,
y volveremos a ver nevar detrás del cristal de la televisión,
a tiritar por los que pasan frío,
e inventaremos un verano a las afueras del mundo
donde el mar ya no se llame mar pero nos lo dejen surcar en velero,
o inventaremos una vida en alguna isla del este.

Y ahora a estas alturas ya no te asusta que sea poeta,
ni que llore sin saber porqué,
porque dices que te gusto al despertar sobre todo cuando canto,
y que huelo a mí, que es mucho mejor que oler a Chanel Nº5.
Y a mi me encanta gustarte porque contigo es fácil sonreír
y me siento bastante menos poeta.