Ahora que tus calcetines abrigan estos pies
que hace un momento caminaban descalzos,
déjame pisar sobre tus huellas,
permíteme andar tras de ti en silencio
hasta que mis zapatos estén reparados
o hasta que llegue el verano
y vuelva a pisar la arena templada al sol.
Tengo una sonrisa dormida más allá de tus ojos
esperando despertar para desnudarse sobre tus labios
y así poder contarte
que solo se puede ser feliz cuando dices que sigues esperando
que no importa que todavía tenga los pies fríos
y el corazón lleno de cicatrices.
Hay una frase vaga que se resiste a salir
será… que me niego a pedirte que me quieras.
Tal vez algún día deje de envidiar al tercer botón de tu camisa azul
si decides acercarte tanto,
hasta hacerme aire con las pestañas en ese lado de la cara que nunca se enfría.
Cada vez que estás lejos,
se alarga la sombra que proyectan las velas de aquel rincón donde todo da más miedo.
Hay tanto amor encerrado en este cuerpo
que no sé cuánto tiempo voy a resistir de una pieza;
hay tanta soledad en este mes de Abril
que no sé cuantos días más habré de venderle mi alma a la poesía