viernes, 23 de septiembre de 2011


Sigo necesitando escribir
a pesar de los pesares y de las plumas que se elevan
aunque el tiempo siga pasando
y las nostalgias sepan más a olvidos,
pero siempre hay una espina clavada en el pulmón
que cuando se suspira más de la cuenta
entra tan dentro que escuece.

Quedan heridas con nombre propio,
sí, con nombre y apellidos que no consigo enterrar
y es que los muertos a veces se disfrazan de vivos
y vienen a visitarme entre sueños.

Sigo esperando ese tal vez,
ese algún día en que alguien venga y me hable de ti
y no sepa ponerte cara, pasado, ni sentimiento,
quiero que por fin este cáncer que me recome
termine con esa porción de corazón que me dejaste podrida.

Y ya ves, pronto,
volverán a brillar alianzas de boda de nuevo en tu mano,
darás otra vez el “sí quiero”
convencido de que esta vez será para siempre
y yo te veré sonreír feliz
desde mi pequeño rincón del mundo,
desde mi exilio voluntario,
escucharé a todos decir
“este buen chico se merece lo mejor”
y observando de nuevo cómo te sales con la tuya
sin que nadie sepa nada de NADA.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Edad y otros males

Esta extraña manera de envejecer
de descubrir que casi no me quedan versos entre costilla y costilla
de contemplar como la niña que soy
ya no tiene miedo de las cosas de antes
de cómo se va perdiendo por el camino
dejando un rastro de miguitas de pan que se llevan las hormigas,
solo en días de lluvia o de mar soy capaz de escuchar sus risas.

Esta irrefrenable manera de cambiar
de ser más menos, para bien o para mal,
de esperar lo inesperado y no desesperar por las causas perdidas.

Este vértigo de hacerse grande
 de ser para otros más de lo que soy para mí misma,
 de no saber renunciar al daño del pasado,
de ir y venir sin moverme del sitio,
 de ver pasar los días desde mis zapatillas planas.

Esta edad de madurez infantil
estos tiempos que corren, raros, a mi alrededor,
este pavor a perder de nuevo una última vez,
este cuerpo menudo que pronto se llenará de arrugas…
esta yo todavía.