Amaneces
y contigo se iluminan todos los rincones oscuros
que no eran capaces de iluminar las luciérnagas .
Tengo estos brazos que
hasta ayer estaban huérfanos
y ahora están tan llenos de ti
que no me canso de extenderlos para cobijarte,
has llenado tanto esta casa
que voy a tener que abrir las ventanas para abarcarte.
Sonríes
y vuelve a ser primavera en mi corazón de otoño,
y florezco y brillo
como una niña con zapatos nuevos.
Y canto,
cómo soñé que lo haría,
como lo hacen las sirenas a los marinos perdidos,
para invocar a Morfeo,
para que te ayude a llegar en sueños
hasta el país de Nunca Jamás
y encuentres a los niños perdidos,
y vueles con ellos
al menos por esta noche.
Y mañana cuando amanezcas
mamá seguirá aquí,
a tu lado,
respirándote como oxígeno,
bebiéndote como agua
porque si tú no estás
yo me muero.
viernes, 26 de octubre de 2018
lunes, 22 de octubre de 2018
Erosión
Sabes cómo se llama ese vacío que queda
cuando ya no queda nada?
El mío llevaba tu nombre.
Un hueco hecho de minutos muertos y enterrados justo ahí
en ese espacio vacío y oscuro
donde solo quedaba pena
y un infinito sabor a sal .
Todavía esperaba el milagro,
ese momento en que te viese aparecer
caminando descalzo por mi playa
hasta llegar a mí
y depositar un beso en mi pecho,
justo aquí, en el hueco
donde bailan las letras de tu nombre
la danza de la lluvia.
Pero se apagaron todas las lunas llenas
se detuvieron las mareas
y mis costillas se erosionaron
hasta desaparecer con el Eco de las olas.
Y al final solo llegaron nubes
frío
soledad.
Y este infinito vacío que todavía lleva tu nombre.
sábado, 20 de octubre de 2018
Again...
A veces es necesario volver a descalzarse
y sentir bajo los pies esos guijarros de vida que duelen,
que te hace sentir
que estás viva,
recordándote que
sigues ahí,
respirando,
jodiendo con sonrisas a los corazones emponzoñados de
odio.
Lo es,
como también lo es escribir,
dejar salir las
palabras como lenguas de fuego
que se sacuden
bajo mis uñas,
que queman un papel ficticio
con el que me lío un cigarro
que jamás logro
fumarme.
Volver,
siempre al mismo lugar,
a mi cueva,
cuando me vuelvo licántropo
y siento ganas de devorarte
una y otra vez hasta extinguirte.
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