Cuando las mañanas parecen noches
y las noches me dan miedo,cuando siento que tropiezo en cada paso
y que mis manos solo están llenas de aire,
vienes, me miras a los ojos
y no hacen falta palabras,
a las noches le pones bombillas para que parezcan mañanas,
extiendes una alfombra de algodón
para que las caídas no duelan tanto
y me tomas las manos aunque las tenga frías y llenas de nada.
Siempre le escribo al amor, al desamor,
a la ilusión y al desaliento,
pero escribirte a ti es como hacerlo a la vida
porque tú me la diste,
porque tú me enseñaste a ver qué vida es la que merece la pena
me enseñaste a reír y a no llorar cuando no hay motivo,
a ser más humana que persona.
No te sorprendas si aun en silencio descubro tu tristeza
pues la primera melodía que escuché
fueron los latidos de tu corazón
cuando todavía no sabías cómo llamarme
mientras me mecías en tu vientre y me convertías en ser;
conozco el ritmo de tus latidos y sé cuándo lloras en silencio.
Podría pedirte perdón por no hacerte las cosas fáciles
pero no sé hacerlas de otra manera,
a estas alturas no hace falta que te diga
que soy gen-éticamente inexacta.
Probablemente este sea el poema más pobre escrito a una madre,
siempre hablo a destiempo y escribo a deshora,
pero a quererte…
a eso no hay quien me gane.