No se trataba de coleccionar poetas a los pies de su cama porque ni siquiera era su cama, solo camas tibias, extrañas y con sabanas de colores estampados que nada tenían que ver con ella pero le hacían olvidar a qué olían las suyas.
Amó a todos y cada uno de ellos, hasta que se rompían como barcos de papel sobre el océano y desaparecían llevándose un pedacito de su pena y añadiéndo una muesca a su nuca.
Él solo quería lamerle las heridas , y así se lo dijo “ déjame lamerte las heridas”, y tenía una lengua tan cálida que ella dejó que tras las heridas siguiera lamiendo donde no dolía, así que abrió las piernas, cerró los ojos y tocó el cielo con la punta de las pestañas.
3 comentarios:
WoW! Me ha encantado. Besos
Nunca sé qué decir. Lo intento una y otra vez, pero siempre acabo por borrar lo escrito o no clickar en Publicar comentario. Creo que nunca podré decir nada sobre lo que escribes, como cuando te enfrentas a algo que sólo existe; una puesta de sol, el canto de los gorriones por la mañana, las sábanas recién puestas; no sé, ya solo leo y sonrío si me gusta.
Y casi siempre sonrío.
desde el oeste.
A mí me pasa que cuando entro a mi blog y veo un comentario tuyo el corazón me palpita más fuerte, y lo leo y releo, porque siempre me dices cosas bonitas , y me gusta cómo suena tu voz a través de tus palabras, casi puedo oírte pronunciarlas ( y según tus palabras tienes una voz cálida y bonita).
Un abrazo desde este pedacito de la blogosfera
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