viernes, 14 de agosto de 2009

Yo Beatriz



- Me llamo Beatriz y tengo veintisiete años. He venido porque mi psicoanalista me recomendó las terapias del doctor Martínez. Tengo un problema, o eso dicen, pero en realidad no creo que sea tan grave. Todo comenzó el día que me regalaron un diccionario de rimas, la verdad es que no sabía de su existencia y de haberlo sabido tampoco me hubiese interesado por ello, pues aunque aficionada a la poesía siempre fui en contra de todo tipo de reglas. Lo abrí por curiosidad y comencé a reírme de lo inútil de aquel artilugio, comencé a leer las palabras en voz alta y era como escuchar un rap infantil. Le cogí el gustillo a eso de reírme de las rimas y al final me obsesioné con ello de tal modo que cada vez que hablaba con alguien y en las terminaciones de sus frases había una palabra con rima fácil mi mente buscaba la palabra exacta. Al principio eran cosas inocentes, rimaba bata con gata, montaña con araña, sota con rota y cosas por el estilo. Después comencé a rimar mi nombre, Beatriz rima con muchas cosas, pero la que mas me gustaba era meretriz y cada vez que mi madre me llamaba compulsivamente salía esa palabra, después no solo respondía a la voz de mi madre, sino a la del resto de la gente que me nombraba. No creo que sea un problema, pero bueno, aquí estoy al menos para pasar un rato.
- Bueno Beatriz, nos alegra tenerte aquí. El reconocimiento de un problema es el comienzo de la cura. Con paciencia y voluntad podremos corregir esa desviación en tu comportamiento. Ahora le daremos la bienvenida a otra persona que es nueva también. Cuando quieras.
- Hola, me llamo Laura y tengo treinta y dos años. Actualmente vivo en Madrid en casa de mis padres, pero soy de Logroño.
- Coño.
- ¿Perdona?- miraba el doctor Martínez por encima de las gafas con mirada de censura.
- Nada nada, no dije nada. Continúa.
- Bueno pues como venia diciendo, antes vivía en Logroño con mi marido, pero se separó de mí porque no soportaba mi obsesión por la limpieza.
- Pues no le veo la lógica, una separación por un problema tan simple, no se, no logro comprender el concepto.
- Inepto.
- ¿Decías algo Beatriz?
- No, nada.
- El caso es que me di cuenta de mi problema un día mientras fregaba los platos, tenía
cogido el estropajo con muchas ganas hasta que me di cuenta que me sangraban los dedos de frotar con tanta fuerza el fondo de la olla.
- Polla.
- ¡Pero Beatriz!
- Meretriz. Es que no lo puedo evitar.
- Continua por favor Laura.
- Después me empezó a ocurrir con la verdura y la fruta.
- Puta
- Me daba la sensación de que por mas que las lavase siempre les quedaba tierra.
- Perra.
- ¡Pero Beatriz!
- Meretriz. Lo siento, lo siento de veras.
- Sigo?- preguntó Laura con timidez.
- Si por favor, no se lo tomes en cuenta.
- Gracias. Con la ropa me ocurría lo mismo, la lavaba unas siete veces seguidas así que nos duraban poquísimo las prendas. La gota que colmó el vaso de la paciencia de mi marido fue verme meter en lejía su gorra.
- Zorra.
- Pero vamos a ver, no puedes atacar así a mi paciente.
- Doctor, le juro que no lo hago adrede, sino ¿qué cree que estoy haciendo aquí? ¿no me dijo usted que me iba a curar? Vaya una mierda de terapia. ¿Sabe qué le digo? Que se meta esta pantomima por el …
- Si lo dejas ahora todo el proceso, todo el tratamiento habrá sido nulo.
- …culo!

2 comentarios:

Carolina dijo...

Exceleeeeeente niña!!!! Qué concepto más interesante, siempre innovando, me encanta!

Genética Inexacta dijo...

Gracias Carolina, por tus palabras y por pasar. Bienvenida!!