viernes, 24 de diciembre de 2010

Angela desangelada

Volvió a casa después de un duro día de trabajo, “el peor del año” pensaba ella. Estaba cansada, sus botas parecían haberse ido llenando de guijarros a lo largo del día. Así que cuando llegó a casa se tumbó boca a bajo sobre la cama sin haberse quitado el abrigo y lloró.

Lloró porque le dolían las manos y las plantas de los pies, lloró porque era demasiado tarde para salir a comprar cualquier cosa, lloró por los kilómetros que la separaban de su familia, lloró porque siempre perdía el bus de las 18:45, lloró por los que esa noche estarían cenando solos, lloró por los que duermen en cajeros cada noche, lloró por los que lloran sin saber por qué, lloró también por los que pasan frío, lloró por los que no tendrían nada que cenar esa noche y por los que aun teniéndolo todo no sabrían que cenar, lloró porque en algún lugar en ese preciso momento algún niño estaría muriendo de hambre, lloró por el ultimo suspiro de alguna mujer asesinada a manos de su marido, lloró por los Polos, por los osos polares, por las focas y por los visones que más de una tía asquerosa vestiría esta noche, lloró por los que no saben llorar y por los que aun sabiendo piensan que llorar es de cobardes.
Entonces se levantó, fue al baño, se lavó la cara y mirándose al espejo sonrió pues después de todo era muy afortunada.

4 comentarios:

Espera a la primavera, B... dijo...

y después de llorar y lavarte la cara, a dónde fuiste?

Tonetxo dijo...

Llorar a veces es una necesidad que viene bien. El placer de desahogarse. Lavar golpes y pensamientos. Revisar, detenerse, observar.
Yo también lloré esa noche y el resto de las de las navidades.
Y sin embargo, soy afortunado.
Beso efímero.

Genética Inexacta dijo...

Volví a salir a la calle, despues de llorar las cosas se ven diferentes.

Muaaaaaaack!

Genética Inexacta dijo...

Es que las navidades son fechas crueles Tonetxo...menos mal que son solo una vez al año...