viernes, 1 de mayo de 2020

Algeciras I

Se veía la bahía desde la ventana, era la única condición que puse cuando la señora de las gafas suicidas me preguntó tras la recepción de aquella humilde pensión qué tipo de habitación quería.
- Con vistas a la bahía . - dije sin soltar la pequeña bolsa que utilizaba de maleta.
 No añadí nada más, como si el exceso de palabras tuviese recargo, como aquellas botellitas de licor que tienen en las neveras del minibar, que todavía no te la has bebido y ya te estas arrepintiendo de haberla abierto.
-¿Solo se va a quedar una noche?- asentí, aunque no sabia muy bien cuánto tiempo sería .- Pues firme aquí.
Me extendió una hoja que no leí, solo seguí el camino que trazaba aquella punta de bolígrafo que me indicaba donde debía estampar mi rubrica.
Era como lo había imaginado años atrás, la bahia de Algeciras, el mar y al fondo el Peñon. La brisa del mar traía salitre, podía notarlo en mi piel. Cerré los ojos y mi mente llegó a África, tan cerca y a la vez tan lejos. Comino, clavo, cardamomo, incienso, mirra, cuero... Mi Marruecos querido, prometí volver y todavía me estás esperando.
Dejé abierta la ventana, eran las 12 a.m y el sol entraba sin pudor a través de ella calentándome la espalda. Me tentaba bajar a la playa, olvidar aquella locura y simplemente tumbarme sobre la arena a descansar, dejarme abrazar por el mar. Dejarme abrazar.Pero no había ido hasta allí para bañarme en el mar, tenía que cumplir una promesa, una que me había hecho a mi misma doce años atrás, había llegado el momento.
Me quité la ropa que había llevado durante el viaje, las zapatillas de deporte y me vestí con un vestido ligero y unas sandalias de cuña, vista así cualquiera podría pensar que era una turista más.
Bajé a la calle y subí a un taxi que esperaba en la puerta de la pensión.
- ¿A dónde señora?- me preguntó el taxista muy amable.
-Alli - dije señalando con el dedo.
-¿Al Peñon?
-No, alli.- volví a señalar aquel punto concreto.
-Pero señora allí no hay nada.- dijo casi divertido.
-A eso he venido, a comprobarlo. Lléveme allí,  por favor.
Tardamos unos veinte minutos, en ese tiempo me arrepentí unas cincuenta veces de haber llegado hasta allí, era una locura, hubiera sido más racional haber ido a buscar la Atlántida.
- Pues ya estamos señora.- se volvió y me extendió un tiket con el importe- Le recomiendo que visite el Peñón, visto asi no es más que una roca, pero tiene cosas interesantes y qué coño, que aunque digan que es británico es más español que la tortilla de patatas, algún día tendrán que devolvérnoslo.
Me bajé del taxi sonriendo, algo que no habia hecho en las ultimas veinticuatro horas, con el estomago encogido es difícil sonreír.
Alli estaba, el espigón. Su espigón.
Me quité las sandalias y caminé por la arena hasta llegar a él. Las rocas eran ásperas, aunque estaban bastante pulidas por los años con el ir y venir de los pescadores. Ahora mis pies recorrían el mismo camino que sus pies recorrieron doce años atrás, podía sentir la vibración de sus pasos, subía por mis piernas hasta estancarse en forma de dolor bajo el vientre. Volví la cabeza y miré hacia donde una vez, hace mucho tiempo, estuve sentada, con las olas del mar mojándome los tobillos , mientras mi mano dibujaba un pueril corazón esperando que él adivinase a verlo desde la distancia.
Ahora, en el  espigón era yo la que estaba , y sobre la arena nadie.
Miré el reloj, habían pasado casi dos horas desde que salí de la pensión. Tenía que comer algo o acabaría desmayándome.
Fui al pueblo y busqué una terraza donde tomar algo. Miraba a mi alrededor buscando alguna cara conocida, tenía que estar allí, tenía raíces y miedo a volar, estaba segura de que no se había marchado, de lo que no estaba tan segura es de qué haría si llegaba a encontrarle.

3 comentarios:

Espera a la primavera, B... dijo...

Es bonito saber que las historias acaban bien, aunque a veces sea en otro lugar y tiempos distintos a los que deseamos alguna vez.

No sé qué conjunción de astros habla de que es tiempo de reencuentros.

No sé si tiene sentido o no, pero recordar siempre tiene la ventaja de poder reescribir el pasado desde quienes somos ahora.

' dijo...

Me encanta, sigue con la trama de Algeciras, escribes muy bien y transmites mucho.

Un saludo desde Málaga<3

Anónimo dijo...

Me encanta como escribes!!!