miércoles, 12 de mayo de 2010

En busca de eso llamado "amor"

Hacía un día esplendido, lo cierto es que hacía unas semanas que el sol brillaba con fuerza. En el colegio la maestra dijo que eso era porque estaban en primavera.

“En primavera pasan cosas raras”, pensaba Hugo mientras miraba cómo a las plantas le habían brotado cientos de florecillas. “En primavera pasan cosas muy, pero que muy raras”, pensó Hugo mientras observaba a las mariposas revolotear de dos en dos haciendo piruetas extrañas y espirales en el aire. Los pájaros se pasaban el día trayendo y llevando ramitas en el pico, los gatos que antes parecían tan ariscos también se comportaban de un modo extraño.

Las dudas eran demasiado grandes para su pequeña cabeza y decidió preguntar a su madre por qué en primavera ocurrían cosas tan extrañas.
- La primavera es la estación en la que nace el amor.
-¿Y qué es el amor mamá? – preguntó curioso.
- Eres muy pequeño para entenderlo, pero seguro que algún día lo encontrarás y entonces sabrás lo qué es.

Hugo no podía esperar, necesitaba encontrar el amor. Cuando lo encontrase lo guardaría y después lo llevaría al colegio para enseñárselo a todos sus amigos.

No sabía por dónde empezar a buscar pues en realidad, tampoco sabía cómo era ese amor del que su madre le había hablado.

Comenzó a buscar y buscar con empeño en el jardín de su casa junto a la fuente y allí encontró algo que buenamente podía ser el amor, pero… no, era un yo-yo. Sintió unas ganas tremendas de sentarse sobre una piedra y jugar durante un buen rato, pero decidió dejarlo para más tarde, ahora tenía una misión que debía cumplir.
Buscó detrás del banco de piedra y encontró algo que podía ser el amor, pero… no, era una canica. ¡Una preciosa canica de cristal azul! Si mirabas a través de ella parecía que estabas viendo el universo entero.
Buscó bajo el gran olivo, “si en otoño aquí crecen setas es muy posible que en primavera crezca el amor”, pensó con gran ingenio, pero…no, allí solo encontró un tirachinas. Lo cogió y sintió unas ganas irrefrenables de lanzar una piedra contra una de las farolas, pero lo pensó dos veces, esas cosas las hacen los niños malos y él no quería serlo, además tenía una misión, debía encontrar el amor.

En vista de que en su jardín esa primavera no había nacido el amor, decidió salir a buscarlo calle abajo.

De pronto vio a una niña que estaba cogiendo margaritas silvestres. Era una niña guapísima, tenía el pelo tan rubio y unos ojos tan bonitos que se sonrojó solo con mirarla.
- Hola, me llamo Carlota y ¿tú?
-Me llamo Hugo. Oye, ¿tú no habrás visto por aquí el amor?
-¿El amor? ¿Y qué es el amor?
- Pues no lo sé, pero mi mamá me dijo que seguro que lo encontraré. Pero he pensado que mejor lo buscaré otro día, ahora prefiero quedarme contigo y ayudarte a coger margaritas.
La niña sonrío y en muestra de agradecimiento le regaló una piruleta.
Hugo no sabía qué era el amor y ya no le importaba descubrirlo, porque desde que vio a esa niña el corazón le latía con fuerza, le ardía la cara, le temblaban las piernas y una sonrisa se había quedado perpetua en sus labios. Tal vez la primavera siguiente tendría más suerte, ahora solo quería estar con Carlota.


1 comentario:

Paco dijo...

Quizas la madre no supiera responder que es eso del "amor"...
Besos :)