miércoles, 29 de abril de 2009

Camino


Ha llegado la hora de volver sobre mis pasos,
por más que sembrase amnesias
en las macetas de mi tejado de recuerdos,
la memoria se encargó de añadir enredaderas.


Podría trazar una ruta en estas calles malditas
marcando cada una de las baldosas que pisé en la vuelta a casa,
pero el camino nunca es el mismo camino
ni el caminante que marcha es igual que el que vuelve
y ser distinta es una apuesta que sale cara,
ganes o pierdas.


Tengo la tendencia enfermiza
de abrir y cerrar el armario del chocolate varias veces al día
solo cuando no hay chocolate,
como si ese acto fuese milagroso,
una invocación a lo que se ha acabado;
“invócame y aparezco”
sí, pero vacía de amor,
soy un armario de cocina que no sabe llenarse solo.

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