lunes, 16 de marzo de 2009

Vacío

Y de repente me entran ganas de llorar, es como una mano que me oprime la garganta y una pesa de veinte kilos que se estanca en mi pecho. Entonces los recuerdos de lo que nunca ocurrió vienen volando desde algún baúl que permanecía cerrado, lo abrieron los duendes de la curiosidad. Porque lo que nunca ocurre a veces duele más que lo vivido.
Y me veo sentada en el suelo con un niño de año y medio que me llama mamá, le sonrío al ver que tiene mi nariz y él me devuelve la sonrisa. Sé cómo se llama, pero no puedo pronunciar su nombre o seguramente dejaría de existir, se lo digo bajito al oído y él me agarra del cuello. Se levanta y camina torpe hacia una nube que duerme en un sillón, niño de nadie…

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