viernes, 12 de junio de 2009

Puta (I)

Hace algún tiempo escribí un poema con este mismo título, la verdad es que el relato está sacado de ahí, lo iré subiendo en capítulos pues es un poco largo, pero me apetece compartirlo.
Trato a menudo con prostitutas y eso me ha permitido llegar a conocerlas bien, a quererlas, saber qué piensan, cómo sienten y cómo se ve el mundo desde su escaparate y si algo me ha quedado claro es que "ellos siempre hablan demasiado".

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Malvivo, o eso dicen por ahí, que a mis ojos los sostienen las ojeras y su brillo lo perdí entre el humo de los bares, en el culo de los vasos donde de gente indecente ahoga sus penas. Dicen que pervierto amaneceres mezclándolos con sexo y medias rotas, pero ellos siempre hablan demasiado.
Nadie entiende y lo cierto es que tampoco lo han intentado. Tal vez un día también fui así y miré por encima del hombro a quien no era menos que yo, siquiera en altura. Pero la vida es un juego de azar y no se pueden hacer apuestas con los ojos vendados o lo terminas perdiendo todo, empezando por la dignidad.
Se va el último cliente de la tarde, la casera no tardará en aparecer para pedirme la semana. Ya suenan los nudillos artrósicos en la puerta, algún día estos techos torcidos se desplomarán y todo se irá a la mierda, ese día tal vez sea la mujer más feliz del mundo, ese día quizá la gente sienta un poco de vergüenza por haberme despreciado tanto. En el fondo esa mujer me da pena, si supiera que su marido también es cliente mío, porque yo seré puta, no lo niego, tampoco estoy orgullosa de ello, pero ella para su marido es menos que eso, porque a las putas no se nos miente.
Hace mucho que no sueño, tanto que no recuerdo cuándo fue la última vez que lo hice, quizá tenía dieciséis años y soñé con tener dieciocho, tal vez tenía dieciocho y soñé que mi talla ochenta se convertía en talla cien. No todas las niñas nacen con un mago como padre, yo lo tenía y solo tuve que soñarlo una vez para que mi padre y su billetera hiciesen que las tetas me aumentasen a golpe de bisturí, como por arte de magia. Lo cierto es que pensaba que así maduraría antes, que una se empieza a hacer mujer por las tetas, pero nadie me avisó que las cosas en la vida no funcionan así y ahora llevo un lastre talla cien que secuestra miradas, arrastra babas y me acompaña en las resacas, siquiera sirven para secar lágrimas.
Una vez tuve mucho dinero, tanto que olvidé la de cosas bonitas que se podían hacer con él y la de cosas bonitas que se podían hacer también sin él. Tanto que olvidé que en el mundo hay muchas cosas bonitas, que la felicidad no se encontraba solo en el polvo blanco que te hace volar, ni en las fiestas nocturnas. Olvidé que por el día las cosas huelen diferente a la noche, huelen mucho más dulce y más sinceras.

2 comentarios:

Espera a la primavera, B... dijo...

Me he quedado sin palabras. Es algo que no suele pasarme, casi siempre soy capaz de decir esto o aquello... quizá sea cierto eso de que ellos siempre hablan demasiado.

Es un texto tan... humano. Hay tantas expresiones que quisiera comentar que casi tendría que repetirlo todo.

Quiero más.

Y aunque me cueste sonreír, ahora te estoy sonriendo.

Genética Inexacta dijo...

Creo que percibes la humanidad porque tambien ves el mundo de un modo parecido, porque donde ves humanidad otros pueden ver solo una historia soez.

¿Entonces sonreiste? Que bueno!!! Gracias pues, porque ahora yo tambien sonrío ( ya estamos un poco más cerca de la perfección).

Besotes del este