sábado, 20 de junio de 2009

Puta (VI)

Las cosas nunca pasan cuando las esperamos, pero siempre hay que dar las gracias por que al menos pasen. El miedo es una barrera demasiado fuerte, a veces tanto que deja que el tiempo pase mientras nosotros nos quedamos sentados viendo desfilar las oportunidades que merecen la pena. Nunca he sido valiente, ni lo soy.
No consigo respirar, debe ser la emoción eso que me oprime el pecho, eso y la gripe tan fuerte que he pasado. Cojo la carta que recibí hace un par de meses, el diagnostico es claro “VIH positivo”, no me jodas, ahora no. Estoy convencida de que son secuelas de la gripe, mañana estaré bien, me voy a curar, yo lo sé, sé que me voy a poner buena y veré a mi niño crecer. Vuelvo a mirar la carta, desde que la recibí hasta hoy la he mirado mas de mil veces esperando que alguna de ellas, al sacarla del sobre el resultado haya cambiado. Las consecuencias siempre llegan detrás de los actos, es como la condena para el preso, siempre tiene que cumplirla aunque no siempre sea lo justo. Pero yo sé que me voy a poner buena, lo sé porque Gabriel me ha abrazado, porque mi madre, después de mucho tiempo me ha vuelto a mirar a los ojos y entre su preocupación la he visto sonreír.
Amanece y veo mi cuerpo tendido en la cama, mucho más delgado de lo que se veía en el espejo. Llega mi madre, toca a la puerta pero no me levanto, no me puedo levantar. Es curioso ver la escena desde una tercera perspectiva. Se abre la puerta, la casera y mi madre entran en la habitación. Sí, me he muerto, pero no te preocupes mamá, porque no me podía haber pasado en un momento mejor. Siempre pensé que me moriría en la calle, en un portal donde me encontrarían los municipales, llevando mi cuerpo a un depósito de cadáveres donde nadie iría a reclamarme, una puta más, o que me moriría en esta habitación pero me encontrarían al tiempo, cuando la casera viniese a cobrarme la semana y ya cansada de tocar a la puerta abriese y me encontrase en mal estado. Ahora sé que me quieres, que todo este tiempo te preocupaste por mí y sobre todo por Gabriel, por eso querías mantenerle alejado de mí. No llores mamá, no llores.
Al final no se desplomó el techo de la habitación, los infieles siguen buscando putas en la “calle desengaño”, ellas siguen buscando con qué llenar ese vacío que solo llena el cariño, Gabriel se sigue haciendo grande y yo ya no puedo verlo, pero mi madre le cuida, sé que ella hará de él un hombre y que mi experiencia le servirá para no cometer mis mismos errores.
Algunos dicen que me morí de sobredosis, otros que fue el sida lo que acabó conmigo, tal vez fue una mezcla de todo, pero lo cierto es que ellos siempre hablan demasiado.

4 comentarios:

Espera a la primavera, B... dijo...

Hay algo que no perdono, y soy tajante en ello. No puedo perdonar que me hagan llorar y no me abracen luego.
Me temía algo así. Tenía miedo de que el destino fuese mucho más fuerte que la vida. Tenía miedo de que tú fueses de carme y huesos y no accedieses a mis ansias e que las cosas no sean nunca lo crudas que son.

Me muero de ganas de seguir leyéndote.

Isabebelita© dijo...

me has hecho derramar una lagrimilla, los he vuelto a leer todos seguidos y no me he podido contener...

qué grande eres Loi!
besitos

Genética Inexacta dijo...

¿Existen los abrazos de tinta? Me parece que aun existiendo no son lo suficientemente cálidos como para abrigar.
Lo cierto es que he intentado muchas cosas de tinta y todas dejan sensación de vacío.

Seguiré por aquí "mientras me aguanten los huesos" como dice Fito (el de los fitipaldis), te espero sentada en las rocas cada vez que quieras volver.

Por cierto, me parece muy injusto que muera Krito tan pronto.

Besos del este.

Genética Inexacta dijo...

Tu si que eres grande mi niña!! Porque si has llorado es porque tienes un corazon tremendo.

Besotes desde donde amanece antes