martes, 7 de julio de 2009

Cuentos de viejas


¿Qué pasaría si el mundo como nosotros lo conocemos terminase? ¿Y si cuando tengamos nietos lo que ahora es cotidiano se nos prohibe para poder conservar la existencia humana, cosas como hablar, besar, abrazar? ¿Qué pasaría si la Tierra se declarase en huelga y al final las pestes ganasen la batalla?




Y así sucedió,
que las montañas se hicieron arena
se secaron los mares
y los ríos no supieron dónde desembocar,
las nubes perdieron su forma unificándose en una barrera
hasta que olvidamos de qué color es la luna.

La enfermedad creó su propio gobierno sobre nosotros
quedándonos prohibidos el sudor,
el aliento y la saliva,
solo corrientes de aire entre nosotros.

Los cuerpos se hicieron cárceles humanas,
receptáculos de silencios,
las bocas olvidaron las palabras
porque los oídos no sabían cómo escucharlas,
los besos y los abrazos se fosilizaron
adquiriendo forma de rosa de los vientos
desapareciendo con el tiempo
hasta que nadie supo qué era amar.

Eres tan pequeño que nunca viste amanecer
y ahora por más que intente explicártelo
hablándote bajito para que nadie nos oiga,
no entenderás qué es este agua que sale de mis ojos,
no alcanzarás a saber por qué echo de menos
la presión de unos brazos alrededor de mi cuerpo
ni por qué espero sentada sobre este escalón
que se terminen mis días
porque no es lo mismo la vida sin mundo.

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