martes, 28 de julio de 2009

Amor, infancia y otras muertes


Hoy recordé algo de cuando era pequeña, no pequeña de tamaño pues en eso apenas he cambiado, sino pequeña de saber que ya es septiembre y pronto empieza el colegio porque en el salón de casa huele a libros nuevos y pinturas de madera.
Me vino a la mente el momento en el que una amiga del colegio me regaló algo, lo cierto es que no sé qué fue eso que me regaló pero recuerdo la conversación:
- Toma, esto es para ti
- ¿Para mí para mi casa?-( porque no era lo mismo que fuera para mi a que fuera para mí para mi casa, eso es que era más mío)
- Si, para ti para tu casa
- ¿Pero para mí para mi casa para siempre?- ( es que no era lo mismo que fuera para mí para mi casa a que además fuese para siempre, eso significaba que era mío mío de verdad)
Después pasa el tiempo, tanto que olvidas que las penas se curaban jugando a la rayuela y que el miedo era mejor guardarlo debajo de la cama, si no te asomabas a ver qué había debajo incluso podías olvidarte de él. Pero lo cierto es que todavía me da miedo mirar debajo de la cama. Todavía tengo fe en las promesas y pienso que si alguien me dice que es mío para mí para mi casa para siempre, no se le va a olvidar que la palabra siempre es siempre. Quizá sea la única que no se hizo mayor.
Me pasó el día dibujando rayuelas, lanzando la piedra y saltando, saltando a ver si en uno de esos se me caen las penas.
Mi psicoanalista me lo ha confirmado varias veces (como si con una no hubiese bastante), dice que sigo siendo una niña y que poco a poco tengo que ir enterrando la infancia, pero ¿cómo voy a hacer eso si no quiero? Si hago eso ¿qué será de los sueños?
Supongo que quiere que abra los ojos de una vez y que vea que el mundo es mucho más cruel de cómo lo pinto.
Al final esta niña terminará matándome…

2 comentarios:

Espera a la primavera, B... dijo...

Mi psicoanalista me dijo exactamente lo mismo. Creo que los que tuvimos una infancia protegida, bonita, no queremos madurar del todo, no queremos pertenecer al mundo de los adultos.

Yo soy de esos. Lo confieso. No me siento a gusto entre gente de mi edad, con sus ambiciones y cosas de mayores. A mí me gusta escribirte y con ello escribirle a la niña que todavía eres. No sé, igual no es la mejor forma de llegar a ningún sitio. Pero no sé si quiero llegar a lugar alguno.

Un beso

toni

PS: Prometo leer tu texto. Estos días ando distraído. No sé, demasiadas cosas...

Genética Inexacta dijo...

" Caminante no hay camino, se hace camino al andar".
NO importa a donde nos dirigimos , el caso es que vamos y las cosas no suelen ser en vano, no se, a mi me huele bien, como a lluvia.

Abrazo de los de verdad ( que hoy me hace falta)